martes, 18 de junio de 2013

Glocalidad y reforma agraria:
¿de nuevo el problema irresuelto de la tierra?

La globalización en el mundo rural. Implicaciones que tienen que ver con la misma redefinición dela noción de “ruralidad” y, naturalmente, con los desafíos que suponen y las sinergias que desatan –en casos como los de América Latina– en el seno de una agricultura familiar sometida a un alargamiento sin precedentes de su hinterland.  La economía campesina ha dejado deser parte de “una sociedad eminentemente local para pasar a pertenecer a un espacio más amplio que  pertenece a la dimensión mezo o regional y se encuentra en proceso de vincularse con la dimensión más macro o global”. Es ahí donde se puede hablar de glocalidad,pues “el nivel local ya no es autosuficiente”, en tanto inserto “en una dinámica más larga, más amplia, determinada por dinámica En realidad, ese proceso de glocalización viene de lejos, y en su conformación ha jugado un rol protagónico el a p a rato del desarro llo–desde las financieras multilaterales hasta las Organizaciones  No Gu b e r n a m e n t a l e s(ONG) y las agencias ministeriales estatales–por la tenacidad de sus intervenciones en aras de la modernización y la adecuación de los campesinos a los parámetros de las economías emergentes: si en los sesenta y setenta se insistía en la indispensabilidad de su integración en las estructuras económicas nacionales, de los ochenta en adelante se priorizará, en el mejor de los casos, la búsqueda de vías de inserción a un escenario global cada vez más interconectado y desprotegido. Durante décadas, “reforma agraria” fue una expresión mágica en ese mundo del desarrollo. Eran los años del desarrollismo cepalino, cuando se aseguraba por activa y por pasiva que la transformación profunda de las externas que ejercen una situación de dominación estructural sobre la primera” estructuras agrarias constituía una condición sine  qua non del despegue económico. o.Tras el colapso de ese modelo y el advenimiento del neoliberalismo como nuevo dogma de fe,la reforma agraria se esfumó de la arena política, pasando a ser considerada como un tema obsoleto e inviable en el contexto de la globalización.

La reforma agraria en América Latina : ¿Historia de un fracaso?

La reforma, se argumentaba, constituía un requisito institucional previo de cara a estimular dicha modernización. A través de la reasignación del factor tierra, habrían de mejorar los índices de producción agraria, condición necesaria para acelerar el crecimiento económico: “la nueva fuerza de trabajo urbana debe ser alimentada, las importaciones de alimentos deben mantenerse bajas, y las exportaciones deben aumentar parafinanciar las inversiones de capital desde el exterior.  La reforma posibilitaría así equilibrar la distribuciónde los ingresos, elevando los niveles de consumo de las masas campesinas, dinamizando elmercado interno y aportando vías de integración a los sectores más excluidos del tejido social a través de su conversión en propietarios agrícolas, aspecto este especialmente relevante en aquellos países con elevados porcentajes de población indígena y campesina económicamente marginal.
Podría afirmarse en trazo grueso que las reformas sirvieron para adecuar las estructuras agrarias a losrequerimientos del desarrollismo periférico del momento: eso significó liquidar las relaciones de producción “precarias” (“pre-capitalistas”, en la literatura de la época), consolidar mercados de trabajo típicamente capitalistas,fomentar la mercantilización de las economías campesinas y facilitar la generalización selectiva del paquete tecnológico de la revolución verde.
 La reforma plasmaba un cierto pacto entre el Estado y las organizaciones campesinas; pacto que coadyuvó a mantener un tenue clima de paz social en el medio rural o, cuando menos, facilitó encauzar hacia andariveles manejables la conflictividad desatada alrededor de la lucha por la tierra. La fiebre reformista alentó con frecuencia el fomento de redes clientelares, aumentando la presencia gubernamental en el agro y, a través de ella, dificultando la unidad de acción del campesinado. Las familias beneficiarias “se convirtieron en una clientela estable y dependiente de las agencias de reforma agraria, de unos específicos partidos políticos y del  mismo Estado”. De este modo, las reformas fueron útiles para las élites nacionales: prueba de ello es su permanencia hasta entrados los noventa como una parte del aparato legal e institucional del mismo Estado.

(Resumen) 
Autor: Victor Bretón Solo Zaldívar.

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