Glocalidad y reforma agraria:
¿de nuevo el problema irresuelto de la tierra?
La globalización en el mundo rural. Implicaciones que tienen
que ver con la misma redefinición dela noción de “ruralidad” y, naturalmente,
con los desafíos que suponen y las sinergias que desatan –en casos como los de
América Latina– en el seno de una agricultura familiar sometida a un
alargamiento sin precedentes de su hinterland. La economía campesina ha dejado deser parte de
“una sociedad eminentemente local para pasar a pertenecer a un espacio más amplio
que pertenece a la dimensión mezo o regional
y se encuentra en proceso de vincularse con la dimensión más macro o global”. Es
ahí donde se puede hablar de glocalidad,pues “el nivel local ya no es
autosuficiente”, en tanto inserto “en una dinámica más larga, más amplia,
determinada por dinámica En realidad, ese proceso de glocalización viene de
lejos, y en su conformación ha jugado un rol protagónico el a p a rato del
desarro llo–desde las financieras multilaterales hasta las Organizaciones No Gu b e r n a m e n t a l e s(ONG) y las agencias
ministeriales estatales–por la tenacidad de sus intervenciones en aras de la
modernización y la adecuación de los campesinos a los parámetros de las economías
emergentes: si en los sesenta y setenta se insistía en la indispensabilidad de
su integración en las estructuras económicas nacionales, de los ochenta en
adelante se priorizará, en el mejor de los casos, la búsqueda de vías de
inserción a un escenario global cada vez más interconectado y desprotegido. Durante
décadas, “reforma agraria” fue una expresión mágica en ese mundo del
desarrollo. Eran los años del desarrollismo cepalino, cuando se aseguraba por
activa y por pasiva que la transformación profunda de las externas que ejercen
una situación de dominación estructural sobre la primera” estructuras agrarias
constituía una condición sine qua non del despegue económico. o.Tras el colapso
de ese modelo y el advenimiento del neoliberalismo como nuevo dogma de fe,la
reforma agraria se esfumó de la arena política, pasando a ser considerada como
un tema obsoleto e inviable en el contexto de la globalización.
La reforma agraria en América Latina : ¿Historia de un
fracaso?
La reforma, se argumentaba, constituía un requisito
institucional previo de cara a estimular dicha modernización. A través de la reasignación
del factor tierra, habrían de mejorar los índices de producción agraria, condición
necesaria para acelerar el crecimiento económico: “la nueva fuerza de trabajo
urbana debe ser alimentada, las importaciones de alimentos deben mantenerse
bajas, y las exportaciones deben aumentar parafinanciar las inversiones de
capital desde el exterior. La reforma
posibilitaría así equilibrar la distribuciónde los ingresos, elevando los
niveles de consumo de las masas campesinas, dinamizando elmercado interno y
aportando vías de integración a los sectores más excluidos del tejido social a
través de su conversión en propietarios agrícolas, aspecto este especialmente
relevante en aquellos países con elevados porcentajes de población indígena y
campesina económicamente marginal.
Podría afirmarse en trazo grueso que las reformas sirvieron
para adecuar las estructuras agrarias a losrequerimientos del desarrollismo
periférico del momento: eso significó liquidar las relaciones de producción
“precarias” (“pre-capitalistas”, en la literatura de la época), consolidar mercados
de trabajo típicamente capitalistas,fomentar la mercantilización de las economías
campesinas y facilitar la generalización selectiva del paquete tecnológico de
la revolución verde.
La reforma plasmaba
un cierto pacto entre el Estado y las organizaciones campesinas; pacto que
coadyuvó a mantener un tenue clima de paz social en el medio rural o, cuando
menos, facilitó encauzar hacia andariveles manejables la conflictividad desatada
alrededor de la lucha por la tierra. La fiebre reformista alentó con frecuencia
el fomento de redes clientelares, aumentando la presencia gubernamental en el
agro y, a través de ella, dificultando la unidad de acción del campesinado. Las
familias beneficiarias “se convirtieron en una clientela estable y dependiente
de las agencias de reforma agraria, de unos específicos partidos políticos y del
mismo Estado”. De este modo, las
reformas fueron útiles para las élites nacionales: prueba de ello es su
permanencia hasta entrados los noventa como una parte del aparato legal e
institucional del mismo Estado.
(Resumen)
Autor: Victor Bretón Solo Zaldívar.
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